DIA MIERCOLES

Miércoles
Leer con oración:
Gn 15:1-6; 16:1-5, 15-16; 17:1-19; 21:1-5

“(Abraham) creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe [...]. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido”(Ro 4:18-21)
Abraham Y Moisés
La Biblia nos muestra la historia de Abraham, que fue justificado por la fe, y no por obras. Abraham creyó en Dios, y eso le fue contado por justicia (Ro 4:3). Cuando no tenía más capacidad para engendrar un hijo que heredaría toda la herencia y la promesa que Dios le había hecho, Abraham pensó que Eliezer, el damasceno, sería su heredero. Pero Dios le dijo que su heredero sería un hijo engendrado por él, a pesar de que su mujer, Sara, era muy anciana y ya no tenía condiciones para dar a luz un hijo. Tal vez por considerar que podía ayudar a Dios a cumplir Su promesa, Sara le sugirió a Abraham que cohabitara con su sierva Agar; de esa unión fue engendrado Ismael, el hijo de la esclava (Gn 15:1–16:16).
Ismael fue engendrado por la carne, por el esfuerzo humano, y por ello, Dios dejó de aparecerse a Abraham cuando él tenía 86 años de edad. Sólo cuando cumplió 99 años, Dios se le apareció y le dijo: “Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto” (Gn 17:1). En hebreo, la expresión que corresponde al “Dios Todopoderoso” es El Shadai, que significa Aquel que
es capaz de suplir todo lo que necesitamos. En otras palabras, no busque en la carne lo que necesita. No use su esfuerzo; ande en la presencia del Señor y tenga un vivir que le agrade a Él. Dios es capaz de suplir todo lo que necesita.
Un año después de esa aparición, cuando Abraham cumplió 100 años de edad, nació Isaac, hijo de Sara, exactamente como Dios lo había prometido. Así, Abraham tuvo la experiencia de, contra esperanza, creer en Dios, que trae a la existencia las cosas que no existen (Ro 4:17).
Así como Abraham, necesitamos aprender a andar por la fe, y no por nuestra propia capacidad o por las obras realizadas.
Aunque no sepamos predicar el evangelio y no tengamos la capacidad de producir frutos por nosotros mismos, el Señor será quien traerá a la existencia las cosas que no existen y producirá los frutos en 2016 a través de nosotros. Dios actúa por medio de la fe, y no por medio de nuestro esfuerzo natural.
La historia de Moisés ilustra el hecho de que, aunque estaba capacitado humanamente, no podía confiar en eso para ser útil a Dios: “En aquel mismo tiempo nació Moisés, y fue agradable a Dios; y fue criado tres meses en casa de su padre.
Pero siendo expuesto a la muerte, la hija de Faraón le recogió y le crió como a hijo suyo. Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras” (Hch 7:20-22). En Egipto, Moisés fue enseñado en toda ciencia. Quizá pensó que eso era suficiente para hacer una gran obra para Dios: sacar al pueblo de Israel de la esclavitud de Faraón. Sí, podemos decir que allí fue parcialmente preparado. Entonces, cuando cumplió 40 años, Moisés salió para hacer lo que le fue encargado, y el resultado de su esfuerzo natural produjo muerte. Él mató a un egipcio y tuvo que huir al desierto de Madián (Ex 2:11-15). Allí permaneció durante 40 años más, apacentando a las ovejas de su suegro.
Probablemente Moisés se decía así mismo: “Dios me escogió como un vaso para sacar al pueblo de Israel de Egipto, y yo pensé que podía hacer algo para Él, pero eché todo a perder. Estoy acabado”. Cuando Moisés perdió toda su capacidad natural (Ex 3:11; 4:10, 13), vemos que Dios se le apareció en medio de una zarza que ardía: “Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios.
Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema” (3:1-3). La zarza no era el combustible para quemar el fuego, pero Dios la necesitaba para manifestar Su poder, representado por el fuego. El fuego de Dios no consumió la zarza, pues Él mismo es la fuente de Su poder. La zarza representa nuestra capacidad, y Dios quiere usarla para ser sustentado, como soporte para manifestar Su poder.
Si una zarza es pequeña, manifestará el poder de Dios, pero, si la zarza es grande, manifestará mucho más el poder divino, dará más oportunidades a Dios para usarla. En sus primeros 40 años de edad, Moisés fue capacitado y perfeccionado en toda la sabiduría de Egipto, pero de los 40 a los 80 años de edad su capacidad fue llevada a la muerte. A los 80 años, Dios se le apareció a Moisés y le encargó liberar a Su pueblo, usando ahora esa capacidad en resurrección.
Asimismo, cada hermano debe procurar ser capacitado y perfeccionado, a la espera de que un día el Señor lo use en resurrección. A Dios le corresponde usarlo o no en la iglesia. De nuestra parte, debemos buscar llegar a ser vasos útiles y de honra al Señor (2 Ti 2:20). Para crecer en número, necesitamos el perfeccionamiento.
Punto Clave: Creer en el poder de Dios.
Pregunta: ¿Usted obra mediante la fe o por medio de su capacidad propia?
La iglesia en Armenia
¡Jesus es el Señor!