***EL EFECTO DE LAS MALAS PALABRAS***
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***EL EFECTO DE LAS MALAS PALABRAS***
UN GUSTO DE SALUDARLES OTRA VEZ DESEANDO MUCHAS BENDICIONES PARA SUS VIDAS!!!
Santiago 3:10
Me podría atrever a decir que todos los idiomas que se hablan en este mundo contienen palabras que se usan para gratificar, alabar, honrar y exaltar a algo o alguien; pero también tienen vocablos y expresiones para hacer todo lo contrario: injuriar, insultar, ofender y degradar.
Si las palabras ofensivas existen en la mayoría de los idiomas (por no decir todos), podríamos decir que forman entonces parte de cada cultura y por lo tanto deberían aceptarse hasta cierto punto. Pero si pudiésemos entrevistar a Jesús cara a cara, como hacen muchos periodistas, y le preguntáramos sobre estas expresiones verbales, ¿qué cree usted que él diría?
Si también le preguntáramos: Jesús, ¿tú dices groserías?
¿Qué cree usted que respondería Él?
Pues bien, no tenemos por el momento la posibilidad de sentarnos con Jesús frente a frente en un estudio de grabación, pero tenemos Su palabra, en la cual dejó plasmada su moral.
En estos estudios bíblicos, vamos a examinar un poco el tema de las denominadas groserías o malas palabras y el efecto que éstas tienen en la vida de una persona.
LA LENGUA, UN FUEGO PEQUEÑO QUE PUEDE INCENDIAR UN BOSQUE. Santiago 3: 5.
Para nadie es un secreto que la lengua es un órgano pequeño. La Biblia hace también mención de esta cualidad y añade que aun teniendo este tamaño puede hacer grandes estragos. Y es que la lengua nos puede causar grandes problemas, uno incluso muy terribles.
Todos ofendemos muchas veces. Santiago 3: 2.
Nadie puede decir que jamás ha ofendido de palabra. Alguna vez en la vida, aunque sea una sola, hemos insultado, proferido maldiciones y/o dicho cosas que no corresponden a un vocabulario sano. Así que hay que partir por reconocer que no estamos exentos de este pecado.
La lengua es un órgano indomable. Santiago 3: 2.
El único hombre que ha podido domar su lengua desde que nació hasta que ascendió de nuevo al cielo es Jesucristo, pues él es el único varón perfecto. Los demás, tenemos que someter esta debilidad a los pies de Dios. Otra cosa más que debemos saber, reconocer y hacer si queremos de verdad agradar a Dios.
EL EFECTO SOBRE DIOS
Dios se ofende
A Dios no le agradan las groserías ni los insultos. El evangelio de Mateo en el capítulo 5 versos 21 y 22, enseña que para ser acusado de un crimen no se necesita asesinar a alguien, basta con insultarlo para ser culpable y merecedor de castigo.
¿De una misma fuente procede agua dulce y salada? Santiago 3: 12.
Para Dios no tiene sentido que la misma boca que usamos para decirle alabanzas a Él, para honrarlo, para enamorar, etc. La usemos para pronunciar palabras totalmente opuestas. De la misma manera en la que Dios desecha la tibieza en el cristianismo, no aceptará nunca que una misma lengua se use para alabarlo y para insultar, ofender y maldecir al mismo tiempo.
EL EFECTO SOBRE NOSOTROS MISMOS, QUIENES MALDECIMOS
Hasta aquí, pareciera que los afectados por nuestros insultos fueran los objetivos de nuestras injurias y Dios mismo. Pero vamos a seguir examinando en estos estudios bíblicos, cómo somos nosotros mismos los primeros afectados.
Corrompe las buenas costumbres. I Co. 15: 33.
Una mala conversación –como dice el texto bíblico- corrompe las buenas costumbres. No necesariamente se usan insultos y palabras soeces para agredir verbalmente a otro. Lamentablemente en nuestra sociedad las palabras consideradas como groserías hacen parte aun de los diálogos informales de las personas. Esto, que parece una cuestión irrelevante, es desagradable para Dios y conlleva a atrofiar los buenos hábitos que debe practicar un cristiano: bendecir, no maldecir, ser positivo, transmitir confianza en Dios, ser puro, etc.
Contamina nuestro interior. Mateo 15: 11
Este célebre pasaje en el que los Fariseos reclaman a Jesús sobre el por qué los discípulos no se lavaban las manos antes de comer tiene una enseñanza contundente: Lo que contamina no es lo que entra, sino lo que sale de la boca. Naturalmente estamos hablando en términos espirituales. Todos sabemos que por higiene es necesario lavarse las manos antes de comer, pero lo que Jesús enfatizó es el hecho de que las malas palabras, los insultos, groserías y todo lo semejante a esto, nos hace más impuros ante Dios que cualquier cosa que comamos.
Condenación. Mateo 5: 22
Ya vimos que Dios condena a todo aquel que insulte a su prójimo. Así que ante esta verdad, tenemos la opción de seguir igual o cambiar de rumbo.
EL EFECTO SOBRE LOS DEMÁS
Levanta barreras
A nadie le gusta recibir insultos ni injurias ya que esto genera distanciamiento de la persona agresora.
Es un punto de partida para la enemistad
Si la persona ofendida responde con otros insultos, se da inicio entonces a una enemistad que podría desembocar en consecuencias peores.
Mal testimonio
Para un cristiano debe ser importante su testimonio. No se trata de vivir pendientes de lo que digan de nosotros, no. Se trata de hablar de Jesucristo con nuestra propia conducta. No es fácil convencer a otras personas con nuestras palabras cuando nuestros actos no nos respaldan. Las groserías e insultos no son propias de un cristiano y pueden ser un obstáculo para poder ganar a las personas para Cristo.
¿QUÉ DEBERÍAMOS HACER?
Bendecir y no maldecir
La Biblia enseña que debemos bendecir aun a nuestros enemigos. I Pedro 3: 9.
La blanda respuesta. Proverbios 15: 1.
En algún momento de nuestra vida puede que nos enfrentemos a situaciones conflictivas en las que se acelera el pulso y la adrenalina se segrega por todo nuestro cuerpo. Pero como se trata de considerar lo que debemos hacer ante situaciones donde hay propensión a insultar, pues aquí un consejo del sabio Salomón: La blanda respuesta.
La lengua puede acrecentar un fuego y convertirlo en un incendio abrasador. Pero también puede servir como un bálsamo que apacigüe los ánimos. Así que aquí está un sabio consejo: usar la lengua para calmar, para tranquilizar y para ser pacificadores.
Pedir perdón
Naturalmente, habrá momentos en los que erremos y malas palabras salgan de nuestra boca. Sea que éstas vayan dirigidas a alguien para ofenderlo o no, igual lastimaremos el corazón de Dios y contristaremos su Espíritu. Por lo cual, si lo que queremos es estar en paz con Dios (100% recomendado sobre cualquier otra alternativa), pidamos perdón a nuestro prójimo ofendido –cuando así haya sido-, y a Dios. Luego de esto, sentiremos cómo una gran carga cae de sobre nuestros hombros y experimentaremos Su paz.
Estimado lector de estos estudios bíblicos, ante todo, gracias por tomarse unos minutos para leer un mensaje de la palabra de Dios.
Recuerde que la moral divina está sobre cualquier cultura. No importa si en el colegio o la universidad nos enseñan que las groserías y vulgaridades hacen parte de las manifestaciones propias de una comunidad, Dios dice que bendigamos y no maldigamos y eso es lo que un verdadero cristiano debe entonces obedecer.
Si por alguna razón usted ha insultado a alguien, proceda a pedir perdón. De esta forma agradará a Dios y usted sentirá una paz maravillosa, esa paz que nuestro mundo necesita para salir de tantos conflictos que cobran incluso vidas inocentes.
El acercarnos a Dios será el mejor combate contra ese órgano que es capaz de grandes tragedias.
Bendiciones.
JESUS ILUMINE NUESTRAS VIDAS
Santiago 3:10
Me podría atrever a decir que todos los idiomas que se hablan en este mundo contienen palabras que se usan para gratificar, alabar, honrar y exaltar a algo o alguien; pero también tienen vocablos y expresiones para hacer todo lo contrario: injuriar, insultar, ofender y degradar.
Si las palabras ofensivas existen en la mayoría de los idiomas (por no decir todos), podríamos decir que forman entonces parte de cada cultura y por lo tanto deberían aceptarse hasta cierto punto. Pero si pudiésemos entrevistar a Jesús cara a cara, como hacen muchos periodistas, y le preguntáramos sobre estas expresiones verbales, ¿qué cree usted que él diría?
Si también le preguntáramos: Jesús, ¿tú dices groserías?
¿Qué cree usted que respondería Él?
Pues bien, no tenemos por el momento la posibilidad de sentarnos con Jesús frente a frente en un estudio de grabación, pero tenemos Su palabra, en la cual dejó plasmada su moral.
En estos estudios bíblicos, vamos a examinar un poco el tema de las denominadas groserías o malas palabras y el efecto que éstas tienen en la vida de una persona.
LA LENGUA, UN FUEGO PEQUEÑO QUE PUEDE INCENDIAR UN BOSQUE. Santiago 3: 5.
Para nadie es un secreto que la lengua es un órgano pequeño. La Biblia hace también mención de esta cualidad y añade que aun teniendo este tamaño puede hacer grandes estragos. Y es que la lengua nos puede causar grandes problemas, uno incluso muy terribles.
Todos ofendemos muchas veces. Santiago 3: 2.
Nadie puede decir que jamás ha ofendido de palabra. Alguna vez en la vida, aunque sea una sola, hemos insultado, proferido maldiciones y/o dicho cosas que no corresponden a un vocabulario sano. Así que hay que partir por reconocer que no estamos exentos de este pecado.
La lengua es un órgano indomable. Santiago 3: 2.
El único hombre que ha podido domar su lengua desde que nació hasta que ascendió de nuevo al cielo es Jesucristo, pues él es el único varón perfecto. Los demás, tenemos que someter esta debilidad a los pies de Dios. Otra cosa más que debemos saber, reconocer y hacer si queremos de verdad agradar a Dios.
EL EFECTO SOBRE DIOS
Dios se ofende
A Dios no le agradan las groserías ni los insultos. El evangelio de Mateo en el capítulo 5 versos 21 y 22, enseña que para ser acusado de un crimen no se necesita asesinar a alguien, basta con insultarlo para ser culpable y merecedor de castigo.
¿De una misma fuente procede agua dulce y salada? Santiago 3: 12.
Para Dios no tiene sentido que la misma boca que usamos para decirle alabanzas a Él, para honrarlo, para enamorar, etc. La usemos para pronunciar palabras totalmente opuestas. De la misma manera en la que Dios desecha la tibieza en el cristianismo, no aceptará nunca que una misma lengua se use para alabarlo y para insultar, ofender y maldecir al mismo tiempo.
EL EFECTO SOBRE NOSOTROS MISMOS, QUIENES MALDECIMOS
Hasta aquí, pareciera que los afectados por nuestros insultos fueran los objetivos de nuestras injurias y Dios mismo. Pero vamos a seguir examinando en estos estudios bíblicos, cómo somos nosotros mismos los primeros afectados.
Corrompe las buenas costumbres. I Co. 15: 33.
Una mala conversación –como dice el texto bíblico- corrompe las buenas costumbres. No necesariamente se usan insultos y palabras soeces para agredir verbalmente a otro. Lamentablemente en nuestra sociedad las palabras consideradas como groserías hacen parte aun de los diálogos informales de las personas. Esto, que parece una cuestión irrelevante, es desagradable para Dios y conlleva a atrofiar los buenos hábitos que debe practicar un cristiano: bendecir, no maldecir, ser positivo, transmitir confianza en Dios, ser puro, etc.
Contamina nuestro interior. Mateo 15: 11
Este célebre pasaje en el que los Fariseos reclaman a Jesús sobre el por qué los discípulos no se lavaban las manos antes de comer tiene una enseñanza contundente: Lo que contamina no es lo que entra, sino lo que sale de la boca. Naturalmente estamos hablando en términos espirituales. Todos sabemos que por higiene es necesario lavarse las manos antes de comer, pero lo que Jesús enfatizó es el hecho de que las malas palabras, los insultos, groserías y todo lo semejante a esto, nos hace más impuros ante Dios que cualquier cosa que comamos.
Condenación. Mateo 5: 22
Ya vimos que Dios condena a todo aquel que insulte a su prójimo. Así que ante esta verdad, tenemos la opción de seguir igual o cambiar de rumbo.
EL EFECTO SOBRE LOS DEMÁS
Levanta barreras
A nadie le gusta recibir insultos ni injurias ya que esto genera distanciamiento de la persona agresora.
Es un punto de partida para la enemistad
Si la persona ofendida responde con otros insultos, se da inicio entonces a una enemistad que podría desembocar en consecuencias peores.
Mal testimonio
Para un cristiano debe ser importante su testimonio. No se trata de vivir pendientes de lo que digan de nosotros, no. Se trata de hablar de Jesucristo con nuestra propia conducta. No es fácil convencer a otras personas con nuestras palabras cuando nuestros actos no nos respaldan. Las groserías e insultos no son propias de un cristiano y pueden ser un obstáculo para poder ganar a las personas para Cristo.
¿QUÉ DEBERÍAMOS HACER?
Bendecir y no maldecir
La Biblia enseña que debemos bendecir aun a nuestros enemigos. I Pedro 3: 9.
La blanda respuesta. Proverbios 15: 1.
En algún momento de nuestra vida puede que nos enfrentemos a situaciones conflictivas en las que se acelera el pulso y la adrenalina se segrega por todo nuestro cuerpo. Pero como se trata de considerar lo que debemos hacer ante situaciones donde hay propensión a insultar, pues aquí un consejo del sabio Salomón: La blanda respuesta.
La lengua puede acrecentar un fuego y convertirlo en un incendio abrasador. Pero también puede servir como un bálsamo que apacigüe los ánimos. Así que aquí está un sabio consejo: usar la lengua para calmar, para tranquilizar y para ser pacificadores.
Pedir perdón
Naturalmente, habrá momentos en los que erremos y malas palabras salgan de nuestra boca. Sea que éstas vayan dirigidas a alguien para ofenderlo o no, igual lastimaremos el corazón de Dios y contristaremos su Espíritu. Por lo cual, si lo que queremos es estar en paz con Dios (100% recomendado sobre cualquier otra alternativa), pidamos perdón a nuestro prójimo ofendido –cuando así haya sido-, y a Dios. Luego de esto, sentiremos cómo una gran carga cae de sobre nuestros hombros y experimentaremos Su paz.
Estimado lector de estos estudios bíblicos, ante todo, gracias por tomarse unos minutos para leer un mensaje de la palabra de Dios.
Recuerde que la moral divina está sobre cualquier cultura. No importa si en el colegio o la universidad nos enseñan que las groserías y vulgaridades hacen parte de las manifestaciones propias de una comunidad, Dios dice que bendigamos y no maldigamos y eso es lo que un verdadero cristiano debe entonces obedecer.
Si por alguna razón usted ha insultado a alguien, proceda a pedir perdón. De esta forma agradará a Dios y usted sentirá una paz maravillosa, esa paz que nuestro mundo necesita para salir de tantos conflictos que cobran incluso vidas inocentes.
El acercarnos a Dios será el mejor combate contra ese órgano que es capaz de grandes tragedias.
Bendiciones.
JESUS ILUMINE NUESTRAS VIDAS
RAYITODESOL- Mensajes : 40
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Mara- Mensajes : 336
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