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Mensaje por Invitado Mar Mayo 12, 2015 9:04 am

¿Por qué debemos orar incesantemente?
“Oren incesantemente. Con relación a todo, den gracias.” (1 TESALONICENSES 5:17, 18.)


1, 2. ¿Cómo demostró Daniel que valoraba el privilegio de la oración, y qué efecto tuvo eso en su relación con Dios?

EL PROFETA Daniel tenía la costumbre de orar a Dios tres veces al día. Se arrodillaba ante la ventana de su cámara del techo, que estaba orientada hacia Jerusalén, y ofrecía sus súplicas (1 Reyes 8:46-49; Daniel 6:10). Aun cuando un decreto real prohibió que se orara a cualquiera que no fuera el rey medo Darío, Daniel no titubeó ni por un momento en continuar con su costumbre. Estuviera su vida en peligro por ello o no, este hombre de oración hacía ruegos a Jehová incesantemente.
2 ¿Qué pensaba Jehová de Daniel? Cuando el ángel Gabriel se presentó ante el profeta para contestarle una oración, le dijo que era “alguien muy deseable”, o “muy amado” (Daniel 9:20-23Reina-Valera, 1960). Además, en la profecía de Ezequiel, Jehová calificó a Daniel de hombre justo (Ezequiel 14:14, 20). Es evidente que, gracias a todas las oraciones que hizo a lo largo de los años, el profeta llegó a tener una relación muy estrecha con su Dios, lo cual hasta Darío reconoció (Daniel 6:16).
3. ¿Cómo puede ayudarnos la oración a mantener integridad, según muestra la experiencia de un misionero?
3 La oración constante también nos ayuda a afrontar pruebas severas. Por ejemplo, pensemos en el caso de Harold King, misionero que fue sentenciado a cinco años de aislamiento en una prisión china. Él contó sobre su experiencia: “Podía estar aislado de mis semejantes, pero nadie podía aislarme de Dios. [...] Por eso, a la vista de cualquiera que pudiera pasar frente a mi celda, me arrodillaba tres veces al día y oraba en voz alta, teniendo presente a Daniel, de quien habla la Biblia. [...] Parecía que en tales ocasiones, el espíritu de Dios guiaba mi mente hacia los asuntos más provechosos y me daba serenidad. ¡Cuánto consuelo y fortaleza espiritual me produjo la oración!”.
4. ¿Qué preguntas relativas a la oración analizaremos en este artículo?
4 La Biblia dice: “Oren incesantemente. Con relación a todo, den gracias” (1 Tesalonicenses 5:17, 18). En vista de este consejo, analicemos las siguientes preguntas: ¿Por qué debemos meditar en el tipo de oraciones que hacemos? ¿Qué razones tenemos para dirigirnos a Jehová constantemente? ¿Qué hemos de hacer si nos sentimos indignos de orar a Dios a causa de nuestras deficiencias?
Cultivemos la amistad con Dios mediante la oración
5. ¿De qué singular amistad nos ayuda a disfrutar la oración?
5 ¿Le gustaría que Jehová lo considerara su amigo? Así veía él al patriarca Abrahán (Isaías 41:8; Santiago 2:23). Jehová desea que cultivemos ese tipo de relación con él. Es más, nos invita a que nos acerquemos a él (Santiago 4:8). ¿No debería esa invitación hacernos reflexionar en lo singular que es el privilegio de la oración? Como bien sabemos, es muy difícil conseguir una cita para hablar con un funcionario destacado del gobierno, y más aún llegar a ser su amigo. Sin embargo, el Creador del universo nos anima a dirigirnos a él libremente en oración siempre que deseemos o necesitemos hacerlo (Salmo 37:5). Nuestras oraciones incesantes nos ayudan a entablar una amistad estrecha con Jehová.
6. ¿Qué nos enseña el ejemplo de Jesús sobre la necesidad de ‘orar de continuo’?
6 Sin embargo, ¡qué fácil es descuidar la oración! Ya el solo hecho de lidiar con las presiones de la vida diaria puede absorbernos de tal manera que no hagamos ningún esfuerzo por hablarle a Dios. Jesús instó a sus discípulos a ‘orar de continuo’, y eso mismo hizo él (Mateo 26:41). Aunque siempre estaba ocupado desde la mañana hasta la noche, dedicaba tiempo a comunicarse con su Padre celestial. A veces se levantaba “muy de mañana, mientras todavía estaba oscuro”, a fin de ofrecer sus ruegos (Marcos 1:35). En otras ocasiones oraba al final del día, tras retirarse a un lugar solitario (Mateo14:23). Jesús siempre sacaba tiempo para orar, y nosotros deberíamos seguir su ejemplo (1 Pedro 2:21).
7. ¿Qué situaciones deben impulsarnos a hablar a nuestro Padre celestial todos los días?
7 Todos los días se nos presentan muchas oportunidades de orar, ya que nos surgen problemas, nos encaramos a tentaciones y tenemos que tomar decisiones (Efesios 6:18). Si buscamos la guía de Dios en todo aspecto de la vida, nuestra amistad con él sin duda crecerá. Cuando dos amigos afrontan juntos los problemas, ¿verdad que sus lazos de amistad se fortalecen? (Proverbios 17:17.) Pues lo mismo le sucede a nuestra amistad con Jehová cuando nos apoyamos en él y recibimos su ayuda (2 Crónicas 14:11).
8. ¿Qué nos enseñan los ejemplos de Nehemías, Jesús y Ana sobre la duración de las oraciones personales?
8 ¡Cuánto nos alegra que Dios no imponga límites ni a la duración ni a la frecuencia de las oraciones! Nehemías pronunció una breve oración en silencio antes de presentar una petición al rey de Persia (Nehemías 2:4, 5). Jesús también ofreció una oración corta cuando le pidió a Jehová que le diera poder para resucitar a Lázaro (Juan 11:41, 42). Ana, por el contrario, oró “prolongadamente delante de Jehová” cuando se desahogó con él (1 Samuel 1:12, 15, 16). Nuestras oraciones personales serán breves o largas dependiendo de la necesidad y las circunstancias.
9. ¿Por qué debemos incluir en nuestras oraciones expresiones de alabanza y agradecimiento por todo lo que Jehová hace por nosotros?
9 Muchas oraciones contenidas en la Biblia expresan reconocimiento sincero por la posición suprema de Jehová y sus maravillosas obras (Éxodo 15:1-19; 1 Crónicas 16:7-36; Salmo 145). El apóstol Juan contempló en una visión a veinticuatro ancianos —todos los cristianos ungidos ya en su puesto celestial— que alababan a Jehová diciendo: “Digno eres tú, Jehová, nuestro Dios mismo, de recibir la gloria y la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y a causa de tu voluntad existieron y fueron creadas” (Revelación [Apocalipsis] 4:10, 11). Nosotros también tenemos razones para alabar al Creador con regularidad. ¡Qué felices se sienten los padres cuando sus hijos les agradecen de corazón lo que han hecho por ellos! Una buena forma de mejorar la calidad de las oraciones consiste en reflexionar en las bondades de Jehová y expresarle gratitud sincera por ellas.
¿Por qué ‘orar incesantemente’?
10. ¿Cómo contribuye la oración a fortalecer la fe?
10 La oración constante es esencial para la fe. Después de ilustrar la necesidad de “orar siempre y no desistir”, Jesús preguntó: “Cuando llegue el Hijo del hombre, ¿verdaderamente hallará la fe sobre la tierra?” (Lucas 18:1-8). La oración significativa y sentida fortalece la fe. El patriarca Abrahán iba envejeciendo y aún no tenía descendencia, de modo que en una ocasión habló con Dios del asunto. En respuesta, Jehová primero le pidió que mirara a los cielos y contara las estrellas, si es que podía contarlas. Entonces lo tranquilizó diciéndole: “Así llegará a ser tu descendencia”. ¿Cuál fue el resultado? Abrahán “puso fe en Jehová; y él procedió a contárselo por justicia” (Génesis 15:5, 6). Si le abrimos nuestro corazón a Jehová en oración, aceptamos lo que nos asegura en la Biblia y le obedecemos, él nos fortalecerá la fe.
11. ¿Cómo nos ayuda la oración a afrontar los problemas?
11 La oración también puede ayudarnos a afrontar los problemas. ¿Soportamos una pesada carga o estamos viviendo situaciones penosas? La Biblia nos dice: “Arroja tu carga sobre Jehová mismo, y él mismo te sustentará. Nunca permitirá que tambalee el justo” (Salmo 55:22). Cuando tenemos que tomar decisiones difíciles, podemos imitar el ejemplo de Jesús, quien pasó una noche entera orando en privado antes de escoger a sus doce apóstoles (Lucas 6:12-16). Y la noche previa a su muerte oró con tanta intensidad que “su sudor se hizo como gotas de sangre que caían al suelo” (Lucas 22:44). ¿Con qué resultado? “Fue oído favorablemente por su temor piadoso.” (Hebreos 5:7.) Nuestras oraciones fervientes e incesantes nos ayudarán a hacer frente a las situaciones de mucha tensión y las pruebas difíciles.
12. ¿Cómo ilustra la oración el interés de Jehová en cada uno de nosotros?
12 Otra razón para acercarnos a Jehová mediante la oración es que él, a su vez, se acerca a nosotros (Santiago 4:8). Cuando nos sinceramos con Jehová en oración, notamos que él se interesa en nuestras necesidades y nos cuida tiernamente. Experimentamos su amor de un modo muy personal. Jehová no ha delegado en nadie la responsabilidad de escuchar todas y cada una de las oraciones que sus siervos le dirigen a él como su Padre celestial (Salmo 66:19, 20; Lucas 11:2). Además, nos invita a ‘echar sobre él toda nuestra inquietud, porque él se interesa por nosotros’ (1 Pedro 5:6, 7).
13, 14. ¿Qué razones tenemos para orar incesantemente?
13 La oración nos infunde mayor celo en el ministerio público y nos fortalece cuando, a causa de la apatía o la oposición, nos dan ganas de dejar de predicar (Hechos 4:23-31). La oración también nos protege de “las maquinaciones del Diablo” (Efesios 6:11, 17, 18). Podemos pedirle a Dios con constancia que nos fortalezca para hacer frente a las pruebas diarias. La oración modelo de Jesús incluye la petición de que Jehová ‘nos libre del inicuo’, Satanás el Diablo (Mateo 6:13).
14 Si una y otra vez le solicitamos a Jehová su ayuda para dominar nuestras inclinaciones pecaminosas, sentiremos cómo nos la brinda. Se nos ha dado la siguiente garantía: “Dios es fiel, y no dejará que sean tentados más allá de lo que pueden soportar, sino que junto con la tentación también dispondrá la salida para que puedan aguantarla” (1 Corintios 10:13). El propio apóstol Pablo sintió que Jehová lo cuidaba y fortalecía en muchas situaciones distintas. “Para todas las cosas tengo la fuerza en virtud de aquel que me imparte poder”, afirmó (Filipenses 4:13; 2 Corintios 11:23-29).
Perseveremos en la oración pese a nuestras deficiencias
15. ¿Qué puede suceder si nuestra conducta no está a la altura de las normas divinas?
15 Si queremos que Dios escuche nuestras oraciones, no podemos rechazar los consejos de la Palabra de Dios. “Cualquier cosa que le pedimos la recibimos de él —escribió el apóstol Juan—, porque estamos observando sus mandamientos y estamos haciendo las cosas que son gratas a sus ojos.” (1 Juan 3:22.) Ahora bien, ¿qué puede suceder si nuestra conducta no está a la altura de las normas divinas? Adán y Eva se escondieron después de pecar en el jardín de Edén. Nosotros también pudiéramos sentirnos tentados a escondernos “del rostro de Jehová” dejando de orar (Génesis 3:8). “He observado que, invariablemente, el primer error que cometen quienes se distancian de Jehová y su organización es dejar de orar”, dice Klaus, superintendente viajante de experiencia (Hebreos 2:1). Así le sucedió a José Ángel. Él cuenta: “Durante casi ocho años apenas le oré a Jehová. Me sentía indigno de hablarle, aunque todavía lo consideraba mi Padre celestial”.
16, 17. Dé ejemplos de que la oración constante puede ayudarnos a vencer la debilidad espiritual.
16 Algunos tal vez nos sintamos indignos de orar porque estamos débiles en sentido espiritual o porque hemos cometido algún mal. Pero es justo en esas circunstancias cuando necesitamos aprovechar al máximo el privilegio de orar. Jonás huyó para no cumplir su asignación. Pero ‘desde su angustia clamó a Jehová, y él procedió a responderle. Desde el vientre del Seol gritó por ayuda, y Jehová oyó su voz’ (Jonás 2:2). Jonás hizo un ruego, Jehová se lo contestó, y el profeta se recuperó en sentido espiritual.
17 También José Ángel le pidió fervientemente a Jehová su ayuda. Él recuerda: “Le abrí a Dios mi corazón y le supliqué que me perdonara. Y lo hizo. Si no hubiera sido por la oración, no creo que hubiera regresado a la verdad. Ahora le oro todos los días, y espero con ansia cada momento de hacerlo”. Siempre debemos hablar a Dios con toda libertad sobre nuestros errores y pedirle perdón humildemente. Cuando el rey David confesó sus pecados, Jehová lo perdonó (Salmo 32:3-5). Jehová desea ayudarnos, no condenarnos (1 Juan 3:19, 20). Y las oraciones de los ancianos de la congregación pueden beneficiarnos en sentido espiritual, pues tales ruegos tienen “mucho vigor” (Santiago 5:13-16).
18. ¿De qué podemos estar seguros los siervos de Jehová, sin importar cuánto nos hayamos descarriado?
18 ¿Qué padre rechazaría a un hijo que humildemente le pidiera ayuda y consejo después de cometer un error? La parábola del hijo pródigo muestra que, sin importar cuánto nos hayamos descarriado, nuestro Padre celestial se alegra de que regresemos a él (Lucas 15:21, 22, 32). Jehová insta a todos los que han pecado a clamar a él, porque los “perdonará en gran manera” (Isaías 55:6, 7). Tras cometer varios pecados graves, David le imploró a Jehová: “Presta oído, sí, oh Dios, a mi oración; y no te escondas de mi petición de favor”. A continuación añadió: “Por la tarde y la mañana y el mediodía no puedo menos que mostrar preocupación, y lanzo quejidos, y [Jehová] oye mi voz” (Salmo 55:1, 17). ¡Qué palabras más tranquilizadoras!
19. ¿Por qué no debemos concluir que las oraciones que aparentemente quedan sin contestar son un indicio de la desaprobación divina?
19 ¿Y si nuestra petición no parece recibir una respuesta inmediata? En ese caso debemos asegurarnos de que esté en armonía con la voluntad de Jehová y de que la ofrecemos en el nombre de Jesús (Juan 16:23; 1 Juan 5:14). El discípulo Santiago dijo que ciertos cristianos no recibían respuesta a sus oraciones porque pedían “con un propósito malo” (Santiago 4:3). Por otra parte, no hemos de concluir enseguida que las oraciones que aparentemente quedan sin contestar son siempre un indicio de la desaprobación divina. Puede que a veces Jehová permita que sus fieles adoradores le oren con insistencia sobre un asunto durante un tiempo antes de que su respuesta se haga patente. “Sigan pidiendo, y se les dará”, dijo Jesús (Mateo 7:7). De ahí que debamos “persever[ar] en la oración” (Romanos 12:12).
Oremos con regularidad
20, 21. a) ¿Por qué tenemos que orar incesantemente en estos “últimos días”? b) ¿Qué recibiremos si nos acercamos a diario al trono de la bondad inmerecida de Jehová?
20 En estos “últimos días”, que se caracterizan por ser “tiempos críticos, difíciles de manejar”, las presiones y los problemas se multiplican (2 Timoteo 3:1). Y es fácil que las pruebas nos inquieten. No obstante, las oraciones incesantes nos ayudarán a mantenernos concentrados en los asuntos espirituales pese al desánimo, las tentaciones y los problemas persistentes. Nuestras oraciones diarias a Jehová nos proporcionan el apoyo que tanto necesitamos.
21 Jehová, el “Oidor de la oración”, nunca está demasiado ocupado para escucharnos (Salmo 65:2). Que nosotros nunca estemos demasiado ocupados para hablarle. Nuestra amistad con Dios es lo más valioso que tenemos, y no debemos darla por sentada. “Acerquémonos, por lo tanto, con franqueza de expresión al trono de la bondad inmerecida, para que obtengamos misericordia y hallemos bondad inmerecida para ayuda al tiempo apropiado.” (Hebreos 4:16.)

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